Cientos de familias permanecen sin poder regresar a sus hogares porque los pueblos continúan inundados; Sayula, El Tigre, Casas Coloradas, Aguaverde y El Salto estaban incomunicados
Cuando creían que el embate del huracán Willa había pasado, llegó el torrente del río Acaponeta con toda su furia. Se dieron de cuenta de ello cuando la corriente de agua lodosa se abrió paso entre campos, calles, patios y casas.
Eran apenas las 07:00 horas del miércoles y en cuestión de minutos, el miedo los paralizó pues tenían el agua a la cintura. Apenas les dio tiempo de subir a los techos de casas, y en algunos casos, a los árboles.
Otros más afortunados pudieron correr con sus familias, las subieron en vehículos y enfilaron por carretera hacia los refugios en Tecuala o Acaponeta.
Le ganaban el paso al río, que en pocas horas cubrió las carreteras y dejó bajo el agua a pueblos enteros. Cientos de familias quedaron atrapadas por la corriente en los techos de sus viviendas.Algunos otros fueron salvados por los cuerpos de socorro de entre los árboles a los cuales se aferraban contracorriente. Los pueblos de Sayula, El Tigre, Casas Coloradas, Aguaverde y El Salto estaban incomunicados.
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Fueron desalojados además los pueblos de Sayulita, La Morita, Llano de la Cruz y San Felipe. Tan solo la Casa de la Cultura de Acaponeta recibió a 480 personas que fueron evacuadas de sus pueblos.
En Aguaverde y El Salto, las familias continuaban ayer por la tarde sobre la carretera al no poder bajar hacia el pueblo debido al alto nivel del agua. En su desesperación, comuneros bloquearon por horas la carretera federal de Tecuala.
Exigían la atención del Gobierno del Estado, pues al regresar a sus casas las habían encontrado casi destruidas y sin algunas de sus pertenencias.
Liberaron la vía cuando otros conductores que decían ir a ver a sus familiares accedieron a cooperar con dinero.
Sin una alerta
Los habitantes de la comunidad de Los Sandovales lo perdieron prácticamente todo.
Los damnificados cuentan que el afluente creció de repente y empezó a arrastrarlo todo. Pero no hubo pérdidas humanas pues lograron salir a tiempo.
Sin embargo, afirman que nadie les alertó del peligro que el huracán Willa representaba para su comunidad.
Noé López Campero (56 años) ha estado en Los Sandovales toda su vida y nunca había sufrido una catástrofe similar. Cuenta que hace 25 años tuvieron una inundación, pero no de la magnitud que dejó ahora el huracán Willa.
En su casa tenía un tejabán con herramienta que usaba para trabajar la fibra de vidrio. De ese oficio salía el sustento para su esposa y tres hijos, pero el afluente del río Acaponeta arrasó con todo.
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“Apenas bajó el agua entramos a las casas (a observar su estado) y no nos quedó nada. El cilindro (gas), el televisor, la estufa, el refrigerador, todo se echó a perder por el agua y el lodo. Nos quedamos con lo que traemos puesto”, afirma López Campero.
En la comunidad de Los Sandovales, de 156 habitantes y 60 viviendas, la gente está sacando el fango de las casas, que en algunos casos está al nivel de las ventanas.
Cuando llegó la creciente, algunas viviendas quedaron completamente bajo el agua. Muchos animales fueron arrasados por el agua, entre ellos cerdos, borregos y otro tipo de ganado.
Ayuda urgente
La mayoría de los habitantes de Los Sandovales se dedica a la agricultura de temporal, pero esa actividad ahora no puede realizarse. Otros tienen huertos de mango, pero la temporada ya pasó.
Por este motivo, la gente pide que les llegue ayuda, pues hasta ayer al mediodía, cuando EL DEBATE llegó a la zona, se acercó personal del Ayuntamiento a ver el reporte de daños. Refirieron que Los Sandovales es una de las muchas comunidades afectadas y que el apoyo oficial no será suficiente.
Por ahora, lo que más les urge a los habitantes de Los Sandovales es agua, alimentos no perecederos y ropa. Los que tienen automóvil duermen en ellos; el resto, donde pueden. Por ello también necesitan camas, o mínimo, colchones. (Con información de Debate)