Reportes ciudadanos revelan descargas de aguas negras en ríos y playas de Puerto Vallarta, como el río Pitillal y Playa Los Muertos, mientras persiste la omisión de autoridades ante el daño ambiental y riesgo sanitario.
La presencia constante de aguas negras en ríos y playas de Puerto Vallarta ha dejado de ser una excepción y se ha convertido en un problema sistemático que, pese a las denuncias ciudadanas, sigue sin recibir una respuesta contundente por parte de las autoridades.
Uno de los casos más preocupantes fue documentado en el río Pitillal, justo a un costado de la concurrida plaza comercial La Isla, donde se observan descargas de aguas negras vertiéndose directamente al cauce. La gravedad del hecho no es menor: el río desemboca en la Playa del Holi, un balneario popular que ya arrastra antecedentes de contaminación y falta de control ambiental.
Pero no es un caso aislado. Durante el fin de semana, ciudadanos también reportaron la presencia de aguas residuales en Playa Los Muertos, particularmente junto al muelle, donde los olores pestilentes ahuyentaron a más de un visitante. Lo más alarmante es que varios bañistas se encontraban en el mar sin saber del riesgo sanitario, como lo evidenció una usuaria en redes:
“Ayer fui a la zona romántica y olía horrible a caño debido a las aguas negras, corre un arroyito que desemboca en Playa Los Muertos a la altura del hotel Playa Los Arcos. Qué horror me dio porque vi gente bañándose.”
Este tipo de testimonios reflejan no solo la indignación social, sino también la omisión reiterada de las autoridades municipales, estatales y ambientales, quienes lejos de ofrecer soluciones estructurales, dan por resueltos los problemas con intervenciones superficiales.
Aunque año con año se reportan problemas de aguas residuales en la Playa del Holi, los hechos recientes evidencian la persistente inacción de las autoridades. Mientras tanto, la salud pública permanece en riesgo, el ecosistema marino continúa deteriorándose y la imagen turística de Puerto Vallarta se ve cada vez más afectada.
Es urgente que el Ayuntamiento y las instancias responsables dejen de minimizar las denuncias ciudadanas y asuman con seriedad su obligación de garantizar entornos limpios y seguros. Lo que está en juego no es solo la calidad del agua, sino la credibilidad institucional, el bienestar de la población y el futuro de uno de los destinos turísticos más importantes del país.