La tarde del 17 de octubre del 2019, Ovidio Guzmán fue capturado y liberado por las autoridades federales; marcó un hito en la historia de México.
Durante la tarde del 17 de octubre de 2019, la ciudad de Culiacán se convirtió en un infierno. El Cártel de Sinaloa sitió el municipio hasta lograr que las autoridades liberaran a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín “el “Chapo”” Guzmán, tras un precipitado operativo de captura.
Estas son las preguntas claves de una misión fallida que todavía genera dudas y que demostró el poder que tiene esta banda criminal en México, el cual fue subestimado por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
El “culiacanazo” fue la fallida captura del hijo del “Chapo” Guzmán por parte de las fuerzas de seguridad, que se vieron superadas por la violencia que el Cártel de Sinaloa sembró durante varias horas en Culiacán ante un caos informativo y el silencio del Gobierno, que no se pronunció hasta la noche.
El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, informó entonces que un grupo de 30 militares que realizaba un patrullaje rutinario había sido atacado desde un domicilio, donde entraron y capturaron a Guzmán, pero grupos criminales rodearon la vivienda “con una fuerza mayor” y causaron “pánico” en la ciudad, por lo que se acordó “suspender dichas acciones”.
Al día siguiente, el Gobierno rectificó su versión al asegurar que la operación tenía como objetivo desde el principio capturar al hijo del “Chapo”, buscado por Estados Unidos, y el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, admitió que había sido “precipitada y mal planeada”.
Según el Gobierno federal, ocho personas fallecieron durante los ataques de los sicarios, que bloquearon los accesos a la ciudad, liberaron a cincuenta presos de un penal y secuestraron a familiares de militares hasta que Guzmán fue liberado.
De acuerdo con el Gobierno estatal, la cifra de fallecidos ascendió a 13.