María Zepeda Castillo, mejor conocida como “Doña Mari” o “la abuelita del barrio”, cumplió 110 años este 1 de junio y el equipo de GST Medios fue invitado al festejo de su aniversario.
Vivir la vida, ese es el mensaje. Sus ojos lo han visto casi todo y a pesar de que la historia en muchas ocasiones no ha tenido capítulos felices, ella, que nació en 1913, puede presumir que ha vivido lo suficiente para ver a sus hijas crecer y desarrollarse como personas.
“Doña Mari” nació antes de que la comisaría de Las Peñas fuera elevada a la categoría de Municipio y tomara el nombre de Puerto Vallarta, por lo que es una de las personas más longevas en toda la ciudad.
“Doña Mari luchó de manera incansable por nosotros”
Acomodada en una silla de ruedas desde hace 13 años, cuando se cayó y se lastimó la cadera, no recuerda bien su edad, pero eso no le impide sonreír y cantar cuando escucha música que le gusta.
Persona alegre, animosa y sana, “Doña Mari” realizó de todo en su vida y, entre muchas otras cosas, destacó como vendedora de boletos de rifa, pues el dinero recabado lo daba a la caridad y eso hacía que a ella sí le compraran.
“De toda su familia queda nada más ella. De sus hermanos, nada más queda mi mamá. Fue una gran madre que siempre luchó por sus hijos, lavaba, tejía, hacía ollas de barro, dulces muy ricos que regalaba a todo el mundo. Según fue maestra también, maestra rural. Luchó de manera incansable por nosotros”, dice María Elena, una de sus hijas.
María Zepeda siempre fue de labor social y barría la calle sin que se lo pidieran o atendía a quien llegaba con molestias. Nunca faltaba a la iglesia y ni el accidente la hizo abandonar sus visitas.
“Mientras pudo, su segunda casa era la iglesia. Llegamos a vivir aquí por ahí del 64 y la música en vivo siempre le ha gustado muchísimo”, comenta su hija María Elena.
Persona amada y respetada por sus familiares y vecinos, Doña Mari pasa los 109 años rodeada de personas de distintas edades, sentada en la sala de su casa y viendo la llegada de los nuevos familiares.
Aun siendo personas desconocidas para ella, regala una sonrisa cuando salimos de su casa y nos da la mano para despedirse de nosotros, muestra del ángel que es, del ángel que fue y de la dulzura que conserva.
Feliz cumpleaños, doña Mari.