El número de accidentes de motociclistas crece día a día y sin un cambio de mentalidad, ninguna autoridad podrá remediar esta problemática
Por: Milton Colmenares. En entrevista para Vallarta Independiente, el subdirector de Tránsito Municipal, Everardo Rubio Ávalos, mostró otra faceta que pocos le conocen, el de hombre preocupado por una situación que día con día se incrementa y que requiere de pronta acción, gubernamental y social.
Quienes conocen a Rubio Ávalos, a quien también le llaman ‘El Tigre’, sabrán que es un tipo agradable, empático, de buena actitud y con vocación, pero no son suficientes esas características para que una ciudad con poco menos de 300 mil habitantes adopte el papel de consciente y erradique este problema.
La problemática
Múltiples trabajos periodísticos se han publicado a través de este y otros medios, hablando de accidentes con lesionados o muertos donde la combinación moto-falta de casco-imprudencia se reúnen.
Por día hay entre 3 y 4 percances viales donde estos vehículos de 2 llantas se ven involucrados y la autoridad, que ‘tapiza’ de folios los escritorios, continúa sin poder resolver el problema, pues la ciudadanía no pone su granito de arena.
El reglamento es claro, las motocicletas deben circular emplacadas y con tarjeta de circulación vigente. El motociclista, por su parte, debe tener su licencia, casco y nada más. La ley es corta, da margen para que, aún con casco, el motociclista se muera en un accidente y los diputados, quienes se encargan de reformar estas leyes, no parecen tener el tema en su cabeza.
Cambio de mentalidad
El cambio debe ser en todas las partes; las empresas que venden las motocicletas deberían poner filtros más severos para garantizar que los clientes saben conducirlas; la autoridad debería establecer, de manera clara, cuáles son las facultades del motociclista y obligarlos a que, además del casco, usen guantes, botas, coderas, pecheras, etc.
Y por último, pero no menos importante, la ciudadanía debería de saber que el uso de estos vehículos conlleva responsabilidades que, de no cumplirse, tienen una tasa de mortalidad exponencialmente superior a los vehículos cerrados.
Si desde la sociedad no surge esa intención de aprender, ningún gobierno, grupo, asociación civil o partido político, podrá hacer nada para bajar estos lamentables índices.