Roberto trabaja en una empresa de automatizaciones que tiene más de 20 años en Puerto Vallarta y su coche es modelo 2022, sin embargo, no pasó en dos ocasiones la verificación responsable.

Todavía está pagando su vehículo y fue a que le verificaran aunque no tenía que hacerlo. Ya estando ahí, vio el maltrato que sufren los autos y pidió explicaciones a los empleados, quienes le informaron que los procedimientos estaban autorizados por una ley de hace más de 5 años.

Las labores de Roberto consisten en dar servicios de instalaciones o mantenimiento de datos o de telecomunicaciones y necesita el coche para ir a donde le paguen sus servicios, además de llevar equipos de un lado al otro.

El gasto del vehículo y lo que implica tener que estar pagando el procedimiento, hacen que él, como muchos, esté en contra de la verificación responsable.

“Acudí la primera vez y me regresaron. Me dijeron que no me podían atender porque mi carro era diesel y la máquina necesaria para estos casos había sido prestada a otro centro de verificación. Me la pasaron para una semana después y fui, pero vi el mal trato que le dan a los coches. Desde antes de que entrara a mi turno, me pusieron a acelerar la camioneta en un nivel que no es de uso normal. Nunca tratas así a tu vehículo y te sacas de onda cuando te lo piden”, explica para Vallarta Independiente.

Pasando esa parte, entró al proceso de verificación, donde tuvo que entregar su vehículo y vio cómo se lo patinaban, lo metían a unos rodillos y le daban acelerones.

“Los veía y me daba rabia. Al final de cuentas, cuando me entregaron la papeleta, me dijeron que no había pasado. Les dije que era nuevo y me dijeron que fuera al otro día, pero fui y volvió a pasar lo mismo”, indica.

Roberto considera que los trabajadores del verificentro no saben lo que hacen porque durante su turno pudo presenciar cómo se preguntaban entre sí para ver si lo que estaban haciéndole al coche estaba bien.