El predicador Paul Nthenge Mackenzie le pidió a sus seguidores que perdieran la vida por inanición, con la finalidad de que se encontraran con Jesús… y una gran cantidad de ellos fallecieron.
Mackenzie, un ex taxista convertido en teleevangelista, declaraba que el mundo estaba a punto de acabarse, por lo que atrajo a sus seguidores a un desierto remoto en el sureste de Kenia y los instó a que fallecieran por hambre o se crucificaran a sí mismos para poder encontrarse con Jesús.
El lugar, que se caracteriza por páramos de matorrales y árboles quemados por el sol, se volvió una escena del crimen, llena de tumbas de creyentes que confiaron en la palabra de Paul Nthenge Mackenzie.
De acuerdo con los patólogos gubernamentales, el hambre causó muchos decesos, pero otros cadáveres presentaban señales de asfixia, palizas o estrangulamiento. A unos incluso les habían extirpado órganos.
Hasta el momento hay cientos de desaparecidos, que tal vez estén enterrados en tumbas no descubiertas o deambulando por los 800 acres del desierto sin refugio, comida o agua.