Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le están saliendo las cosas como le gustaría con la senadora Xóchitl Gálvez. Está recibiendo una cucharada de su propio chocolate y mientras más la ataca, mayores reflectores le está dando.
Xóchitl Gálvez no está usando campañas millonarias para promocionarse ni mucho menos. De hecho, tal vez por intención o por “casualidad”, comparó un pedazo de cartón con su nombre con un espectacular de AMLO donde también sale Sheinbaum.
La promoción de Gálvez está llegando de la boca de López Obrador y mientras más intenta denigrarla, ella sigue subiendo en las encuestas de contienda para la presidencia. AMLO se quiso ver como su némesis y terminó siendo su principal promotor.
En su obsesión de denigrarla y desprestigiarla, López Obrador está encumbrando a una persona a la cual no quiere posicionar.
Ahora los papeles se han cambiado y AMLO está siendo acusado por Xóchitl de hacer lo que tanto ha criticado: usar el abuso de poder para agredir a quien se muestra como un adversario político.
Las mañaneras, una serie de conferencias matutinas que han sido habituales desde el inicio del periodo de Andrés Manuel, están siendo acusadas de ser una perdedera de tiempo donde se comporta como un “bully”, atacando a quien tiene una visión diferente a la de él.
AMLO, en su ego de ser todavía el mandatario, está usando una estrategia que en lugar de perjudicar a su competidora, lo está afectando a él.
