Impuesto al turista en Puerto Vallarta: ¿recaudación para quién?

117

Puerto Vallarta cobrará 141 pesos a cada turista desde septiembre. La medida promete millones en ingresos, pero en medio de crisis de agua, calles deterioradas y transporte deficiente, la gran incógnita es: ¿beneficiará realmente a la ciudad?

A partir de septiembre, Puerto Vallarta aplicará un impuesto de 141 pesos a cada turista que pise la ciudad. La cifra no es menor: entre septiembre y diciembre de este año se podrían recaudar más de 200 millones de pesos, y en 2026, el ingreso superaría los 600 millones. Para una ciudad cuya principal fuente de ingresos es el turismo, suena como una oportunidad histórica para invertir en infraestructura, servicios y calidad de vida… al menos sobre el papel.

Pero el panorama actual obliga a cuestionar esta decisión. Puerto Vallarta enfrenta problemas estructurales que no pueden seguir ignorándose: escasez y mala distribución del agua, calles en condiciones deplorables y un transporte público que no está a la altura ni para residentes ni para visitantes. Es decir, la experiencia de vivir o vacacionar aquí ya está afectada por deficiencias que requieren soluciones urgentes.

Entonces, la pregunta no es si el impuesto es justo —pues cobrar a quien disfruta de los servicios y belleza de la ciudad no es descabellado—, sino quién y cómo administrará esos recursos. ¿Quién garantiza que ese dinero no se pierda en gastos opacos, contratos inflados o proyectos que solo sirven para la foto? Porque si la historia reciente nos enseña algo, es que en Vallarta el dinero abunda en el discurso, pero escasea en las obras reales.

El gobierno municipal tiene ahora una responsabilidad doble: demostrar que este impuesto no es un pretexto recaudatorio más, sino una herramienta para elevar la calidad de vida de los vallartenses y fortalecer la infraestructura que sostiene al turismo. Porque si las calles siguen con baches, el agua no llega a los hogares y el transporte continúa siendo un dolor de cabeza, poco importará cuánto dinero entre a las arcas municipales: la reputación y competitividad del destino estarán en juego y los turistas pueden optar por elegir otros destinos.

En un momento en que los destinos turísticos compiten ferozmente por la preferencia de los viajeros, Puerto Vallarta no puede darse el lujo de cobrar más y ofrecer menos. El impuesto es solo el primer paso; el verdadero reto está en que se traduzca en cambios visibles y duraderos.

Compartir.